VIAJAUTOR X MARRUECOS .8

11 Oct VIAJAUTOR X MARRUECOS .8

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… enciendo mi iPhone, activo la brújula con intención de ir en dirección a las jaimas de la gran duna. No había nadie unas horas antes, y pienso que  si llego al menos podría dormir al lado de ellas. Ando alumbrándome con una linterna de esas que funcionan con manivela. Entre los nervios y el dale que te pego a la manivela, debo estar llamando la atención de todas las serpientes de la zona. De repente veo aparecer una luz de láser a mi derecha. Oigo un disparo y noto un fuerte dolor en mi pierna derecha. Me han dado y caigo herido en medio de…  (es broma, ¡despertad lectores! que este capitulo mola,  jeje… sigo): ¡La iPhone-brújula funciona! (creo que era el primer día que utilizaba brujula en toda mi vida).

La silueta oscura de la gran duna en el  horizonte va haciéndose más grande a cada paso. Cuando ya estoy a escasos 100 metros, desde lo alto de una duna veo que hay luz en las jaimas. ¡Salvación! ¿O no? Vaya, ¿quién estará ahí?. Espero que no sean unos gambereberros okupas del desierto haciendo contrabando de armas en unas jaimas abandonadas.

Me acerco con cuidado (¿para qué narices nos hemos chupado la saga de James Bond y Bourne si no?). Con ese panorama, me siento un espía con microordenador (el iPhone), y recién lanzado al desierto con paracaídas (la tienda de campaña rota) en busca de Binladens(amables bereberes).

Cuando estoy bajando la ultima duna, un sobresalto me despierta de la fantasía. Un perro sale disparado hacia a mí ladrando. Yo reacciono gritando: ¡Salamalecum! ¡Jaiii! ¡Holaaaa! El perro se detiene a un metro de mí, cagandose en todos mis gatos como un poseso. De entre las jaimas aparecen dos hombres con turbante que me dicen en castellano: ¿qué paisaa amigo? Llaman al perro y éste deja de quejarse, da media vuelta y vuelve al “campamento enemigo” refunfuñando. Los jóvenes (no eran tan mayores) se acercan, mientras yo les explico:

-Mi tienda se ha roto, busco ayuda, ¿puedo dormir aquí?

-Claro amigo, tú pasa, no problema, cena aquí con turistas, no problema.

Entonces entro en el patio interior del campamento, y allí m encuentro a cuatro chicas y un chico, todos de rasgos asiáticos. Son turistas de Singapur, y como es habitual cada uno es de un país: una hindú, un japonés, una tailandesa y una indonesa. Muy amables me invitan a sentarme y me preguntan por mi aventura. Quedan sorprendidos por mi historieta. ¡Wow, you are brave! Alone at night in the middle of the desert. We come form the hotel with guides, etc

Cuando saco la guitarra me convierto en la atracción de la noche, superando a los dos jóvenes guías y su folclore (que por cierto es un poco “patillero”). En una de las canciones que interpretan después de la deliciosa cena  a base de tajín, detecto una extraña estrofa (o el Castellano procede del bereber… o me están tomando el pelo):

Jamaljalamaya jalasamalajamale jamalaaaa
samala jumala jalasamala malaseja jamalaa
vamos a la playaaaa .. vamos a la playaaa, a descansaaaar
me fumareee un porito .. me fiumare un porito para flipaaaar

¿PARRIBA?

¡Será posible! ¡Rompen el encanto de la noche bereber! Por suerte, más tarde lo recuperan con creces…

Os cuento: después de cenar copiosamente, y de un buen rato de risas, tambores y guitarras. Les comunico que ha sido un día muy duro, que estoy reventado de la subida a la duna y que voy a dormir ya. Entonces me replican:

-¡No, no, amigo! No puedes perder esto. ¡Vamos a la gran duna!

-¿Cómo? ¡Si ya estamos en la gran duna!

-No, no, amigo. ¡Arriba, todos a la cima! ¡Es mejor sitio del mundo, de noche!

Yo les digo que ni hablar, que no me veo capaz, ¡que no subo ni loco! Todos hacen piña para convencerme, me aseguran que esa cara es mas fácil de subir (es cierto que recordaba que no era la pronunciada pendiente de la otra cara) y que saben el camino mejor. Así que finalmente acepto entre vitoreos. No estaba dispuesto a perder el titulo de Spanish Brave en la prorroga.

El camino mas corto era una jodida (perdón por la expresión) recta sin seseos ni descansos hacia arriba. Abraham subía como si nada (incluso sprintaba) mientras la selección de Singapur y el Spanish Ñicris sacaban la lengua como el perro. Con nosotros venía ese, el Perro, que se llamaba Mohamed (o eso nos dijeron), que también subía como si nada. A medida que ascendíamos, los ojos se acostumbraban a la luz de la luna. Se podía ver muy bien. De hecho, me fui percatando que cada vez se veía mejor y mejor. Al ir ganando altura y visión, me di cuenta de que estaba en un lugar increíble, hasta que al final, de golpe, casi sin enterarnos, llegamos al pico más alto de la duna, en un vértice vertiginoso vertical virgen (valgan las vredundancias). Casi nos caemos a un precipicio hacia el otro lado,  pero más vértigo daba sin duda la maravillosa vista que apareció ante nosotros.

De los momentos tops de mi vida, sin duda. No sé qué pasó. Era la noche perfecta. La calma chicha, el clima, el silencio, el espectacular vértice de la cima, el desierto, la luz de la luna llena combinada con la limpieza de la atmosfera iluminaba todo con una fuerza que jamás había visto antes, ni en montañas ni playas solitarias. Era el triple o más que la noche más clara que hubiese podido ver en toda mi vida. De hecho, me sentía realmente en otro planeta. Como si el hombre llegara a Marte o a un planeta lejano de tres lunas, y me hubiese tocado por sorteo de la Cocacola, ser uno de los elegidos. Increíble, creedme.

Todos los “guiris” estábamos realmente emocionados. Nos sentamos como pudimos porque realmente era casi un precipicio,  y nos quedamos un buen rato sin decir ni mu, alucinando. Mi nudo en la garganta se deshizo en lágrimas cuando escuché emocionarse a los demás.

Me llenó tanto ese momento… El viaje valía mil veces la pena; vivir para vivir esos momentos también. Me vino a la cabeza la pérdida de mi amigo Andreu semanas atras, y la gente a la que quiero. También un tal Albert Sans, que es un viajero, músico, y artistilla aprendiz de mucho y maestro de nada, que a veces se ahoga en los mares de asfalto. Creo que allí fue cuando decidí que, a mi vuelta a Barcelona, prepararía un nuevo viaje que hacía mucho tiempo que soñaba (escribiendo estas líneas, puedo decir que estoy cumpliendo mi deseo y en pocas semanas partiré hacia Sudamérica sin planes ni billete de vuelta).

No sé cuanto tiempo pasó. Lo curioso es que fui el primero que propuse volver. No era ni por cansancio ni por ansiedad urbanita ni nada: quizás estaba superado de felicidad, no lo sé. La cuestión es que no podía embobarme más… ¡pabajo!

¡Pabajo no! El guía nos dijo que nos llevaría por otro camino.  Fuimos bordeando el vértice de la cima,  hasta llegar al lo alto de la falda derecha. Allí, bajo nuestros pies, la pequeña luz de la jaima titileaba en solitario. Yo no entendía por dónde descenderíamos. Esa zona era toda una caída libre. Se me pasaba por la cabeza bajar deslizandome como un trineo… cuando uno de los guías empezó a… ¡volar!. Dio un salto de unos diez metros al vacío, y otro, y otro. Era increíble. Todos abrimos la boca y la envidia sana. Mi espalda no estaba para ningún trote, pero me dije: ahora o nunca. Y fui el siguiente en saltar.

¡Buah, nenggg! ¡Qué sensación! A cada zancada, avanzabas vertiginosamente por la pendiente hundiendo cada pierna en la “mousse” de arena”.  Más arriba también se animaron. Éramos unos niños locos bajando una duna gigante de decenas de metros, infinita, en mitad de esa perfecta noche, del desierto, de un planeta desconocido. Al final ya me tiré de cabeza y caí rodando a toda velocidad.  Cuando conseguí detenerme, me levanté riendo a carcajadas medio mareado, y me caí de culo de nuevo rodando unos metros más. Ya habíamos llegado a las jaimas… ¡esto es bajar y lo demás tonterías!

Día y noche perfectos. Terminamos durmiendo gran parte de la noche en vivac, en el centro de las jaimas, para aprovechar el lujo de noche que hacía. ¡Imborrable moments of life! ¡Tómese una noche de deserto en caso de intoxicación por estrés o asfalto! consulte con su medico o farmacéutico… 😉

Difícil de superar pero no de igualar. Los días siguientes estuvieron a la altura… os lo cuento en el próximo capítulo: ¡África a la vista!


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2 Comments
  • Angie
    Posted at 06:14h, 02 agosto Responder

    He llegado aquí porque estoy preparando un viajecito en bici por el norte de Marruecos y… casi lloro leyendo tu relato. Ahora sí que me han entrado unas ganas locas de ir!!!

    • admin
      Posted at 09:28h, 02 agosto Responder

      Muchas gracias Angie… Me alegro mucho que estes con ese gusanazo antes de una aventura.. Marruecos me impacto mucho, es un pais que engancha.. Gracias a ese trip decidi este en el que estoy ahora en bici por sudamerica (ya el mundo…)
      No te pierdas las cascadas de Ouzoud si puedes, es un sitio especial..
      Me faltan capitulos de la Marruecada por narrar.. A ver si me animo jej
      Un abrazo y mucha suerte en la aventura… Algun dia volvere a marruecos pero pedaleando! 😉
      Nos tropezamos!

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