VIAJAUTOR X MARRUECOS .5

08 Sep VIAJAUTOR X MARRUECOS .5

EL MONO ES INTELIGENTE

Granizado de marruecos

Galopaba el Grand taxi por una carretera secundaria (aquí sería equivalente a una comarcal olvidada de montaña) mientras el insultante azul del cielo marroquí miraba de reojo a unas nubes amenazadoras que prometían guerra.

Hago un primer tramo desde Sefrou hasta Imouzzer. Allí esperaré un bus que me llevará hasta Ifrane (la Suiza de Marruecos) . “Limpio todo, casas bonitas. Allí pista esquí!  ¿Tú Ispania esquí?”, siempre comenta la gente. Sí, amiguitos (léase con voz de Santiago Segura) en Marruecos hay nieve, pistas de esquí, y  clase alta (altísima) esquiadora.

En Imouzzer hay más tránsito y movimiento, se nota que estamos en la ruta que une Fez con Midelt y el Gran Sur, que es hacia donde, en principio, me dirijo (al desierto).

La comida cae pronto, por estribor resopla un generoso tajín de cordero individual a muy buen precio. “¡Hay que aprovechar la oferta Albert, que eres catalán!”, gritan mis genes. Así, de paso hago tiempo para coger el bus que me llevará hasta Ifrane. La tormenta ya roza el pueblo. Justo cuando empieza a descargar, asoma el autocar.¡Bien! … Un momento, ¿qué pasa?… ¡Mal!

Está lleno, tenemos que esperar al siguiente -me dice Ajmed, un amable candidato a pasajero que, como yo, no supera el corte.

Como la tormenta no es ninguna broma, decidimos coger un grand taxi, ya que sólo es unos céntimos más caro. A mitad de trayecto, el descenso de temperatura me eriza la piel, y esto se agrava con una granizada de campeonato. Este clima es toda una burla del prejuicio africano del trip.

Nose ve nada, el conductor debería parar en la cuneta, pero prudencia en la carretera y Marruecos son conceptos diametralmente opuestos. Justo a la llegada a Ifrane soy el primero que da gracias a… ya sabéis quién (Alá, para los que no hayan leído los otros capítulos). Ha dejado de llover y estoy de una pieza. Me despido de  Ajmed. Él se va a visitar a su hermano, no sin antes acompañarme cerca del camping. Pero la mala suerte no se va a esfumar de un día para otro. Resulta que el camping está cerrado por problemas con el suministro eléctrico desde hace semanas. El conserje me advierte de los elevados precios en los hostales de “Suiza”. Me doy un pequeño paseo, el día no acompaña y veo que todo son casas grandes al estilo de las urbanizaciones europeas. No hay ni mucho que ver, ni mucho encanto. Me da el punto de coger el próximo bus hasta Azrou: el pueblo y las excursiones que parten desde allí tienen muy buena fama y además no es tan “pijo” como Ifrane.

Hostal dulce hostal

Al llegar a Azrou, tengo una sensación de déjà vu, me recuerda mucho a el sur de España, a mis veranos en el pueblo de mis abuelos, Alhama ( “el baño” en árabe), en Murcia. De hecho en Marruecos, muchas veces no distinguirías los paisajes de los del sur de España. Quizás por eso me he sentido tan cómodo y como en casa en según qué momentos. La cultura árabe estuvo en la península más de 500 años y tomas mayor consciencia de eso al viajar por esas tierras.

Nada más aterrizar, conozco a una pareja de franceses, Laurent y Gisele.  Son majísimos, él habla bastante bien castellano y ella domina el inglés. Acordamos hablar todos en inglés, todo y que hago mis primeros pinitos en francalà (una mezcla patillera de francés y catalán, que iré perfeccionando durante el viaje, jejeje). Decidimos ir juntos a buscar hostal para negociar mejor el precio y la jugada nos sale muy bien, pagamos 3,5 euros por noche, el sitio es bastante chungo, pero estamos en el centro, la panorámica desde la terraza nos encanta y  por ese precio, p´alante!

Después de establecer el campamento base, vamos a conocer el pueblo, a localizar dónde comer barato, dónde comprar, el dichoso ciber, etc… Disfrutamos perdiéndonos alrededor de su imponente mezquita y por las callejuelas circundantes. Atracamos sus cafeterías, de un café excelente y una repostería (como en la mayor parte de Marruecos) exquisita. Cenamos viendo la final de la liga de campeones entre Inter de Milán y el Barça, en la que el Barça ganó por goleada, 6-0, el último de ellos lo marco yo mismo. después de un pase de mi amigo Ibrahimovic… ¡Vaya! ¡No! Eso es lo soñé por la noche, en realidad jugaban Inter contra Bayern y ganó el Inter, jeje. Como unen esas cosicas en un viaje, comentando la jugada con la gente local (muy muy adicta al fútbol y  a la liga española). Mientras tanto Gisele (no tan futbolera) hace un dibujo precioso de la plaza en su bitácora analógica. El viaje, sin duda alguna, está mejorando.

Al final del partido, saco mi guitarra mágica (es mágica porque al desenfundarla se desencandenan amistades, charlas, fiestas y nuevas aventuras dentro de la aventura) y efectivamente, la noche termina en el rincón de una plaza, en frente de la tienda de Ibrahim, con tambores, un precioso guemri (una especie de bajo de tres cuerdas del cual me enamoré y es instrumento típico de la música Gnawa,) y mi pequeña acústica de viaje. Empiezo a tontear con estos ritmos de la musica Gnawa que acabo de descubrir. Sólo interrumpimos sesión cuando hay llamada al rezo, por respeto a los fieles que se dirigen a las mezquitas.

Allí conozco a Joseph, un chico natural de Azrou, pero que actualmente vive en el Gótico de Barcelona. Está de vacaciones, visitando a su familia, disfrutando de su tierra y de los suyos. Rápidamente conectamos, es muy aficionado a la música. Él conoce a muchos músicos de la ciudad condal, como Ojos de Brujo, etc… Me invita al día siguiente a una cena con sus amigos. Y nos da consejos para ir al famoso bosque de cedros, que es la excursión que pensamos hacer mañana. Es hora de irse a dormir o, al menos, ir al hotel. Sobre las 11:30 de la noche, el pueblo se queda en pocos minutos desierto, todo el mundo se recluye en las casas. Pueden estar  charlando o celebrando una fiesta, pero, por lo que parece,  ya no en la calle.

La noche ha sido difícil, el hostal es demasiado cochambroso y hay una discusión a altas horas de la madrugada. Es complicado dormir, el hermano del dueño es un personaje tétrico que se pasea con su “amiga” la botella de licor de dátiles, hostal p´arriba hostal p´abajo… Por la mañana, todavía espesos, nos vamos a despejar a la cafeteria/pastelería que tanto nos gustó ayer. La jornada de hoy promete una larga caminata y eso es una excusa más para disfrutar de las deliciosas confituras de Azrou.

Poseidos

Un grand taxi nos lleva a pocos kilómetros, donde empieza la senda de subida a al bosque de cedros. Hace sol y a la media hora de caminata, empezamos a sospechar que va a ser un día muy duro y nos arrepentimos de no haber cogido un taxi hasta la misma entrada del bosque. Pero… ¡tachan!, aparece un todoterreno pick-up por el horizonte. Lo atracamos con una pistola de la marca Autoestop y conseguimos todo un botín: ¡una plaza para cada uno en el espacio de carga del pick-up! ¡Genial! Subida hasta el pie del gran Cedro. ¡El paisaje hace un cambio de pre-Pirineo por el mismísimo Canadá! No me puedo creer que semejante bosque esté en Marruecos, todo es verde, frondoso, enormes árboles, ambiente alpino… Además, el día es espectacular, un cielo azul intenso, un SOL en mayusculas, y una temperatura ideal.

Después de una decena de curvas adentrándonos en bosque, aparece imponente el increíble cedro de 35 metros de alto y 10 de ancho llamado Gouraud. Esto es un centinela y lo demás son tonterias. Su presencia parece decirnos tanto que cuidemos del bosque como que lo disfrutemos. Va ser un día especial. Los comerciantes que venden cacahuetes por si te topas con monos, alquilan burros para la ruta y te tientan con suvenires hacen su intentona con nosotros, sin éxito. Va en contra de nuestra religión de viajeros lowcost aspirantes a perroflautas.

Emprendemos la marcha a pata. El espíritu National Geographic (tan común en los viajeros)  posee a Giesele y empieza a tirarle fotos a cada árbol, sombra, luz, escarabajo, araña, piedra con color no igual a gris, montaña, camino, riachuelo o burro con los que nos cruzamos. Casi podría hacer un vídeo si juntase todas las fotos. No sé cómo puede perder el tiem… ¡Zas! Vaya, me parece que me ha picado a mi también el mosquito de National geograpghic cuando Laurent dice:” Wooow!!! Look there.. monkeys!!!”  Allí estoy yo con mi súper-iPhone preparado para colaborar con la Zoología, la Botánica y, como no, con el National Geographic. Para capturar todas las poses, caras y perspectivas de…. ¡UN MONO!

Tranquilo Albert, no es para tanto, ¡relájate! (me dice mi Albertito de la guarda)

Sí, quizás tengas razón pero… pero… ¡¡¡miraaaaa!  ¡¡¡UNA MONA CON UNA CRIAAAA!!!

Albertito de la guarda se retira y me deja hacer todas las fotos que me da la gana, sabe que la batalla está perdida. Mientras estamos embobados en medio de ese bosque observando a los monos en libertad, uno de ellos lanza un ataque relámpago desde la retaguardia sobre Gisele, birlándole uno de pastelitos que comía… ¡Qué listo el tío! ¿Será que son inteligentes? Quizás los de National Geographic no tenían este dato. Espera, voy a rodar un vídeo…          😉

El día solo había echo que empezar y fue mas largo y emocionante de lo que pensábamos, os lo cuento en:

PROXIMO CAPITULO: ¿LLUEVE EN EL DESIERTO?

Musica Gnawa


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