
14 Jul De tales palos…
Mi superyayo me sacaba a pasear a diario cuando yo ni siquiera andaba.
Monte, mar, calles
la cuestión era moverse cada día. El premio, un granizado de limón, un palo de regaliz, un donut al punto o unos caramelos de eucaliptos.
Al crecer el mosquito del sedentarismo te pica, las piernas se van agarrotando y la rutina no te deja plantear según que aventuras.
Por suerte extirpé de cuajo ese homo apalancatus y ahora, ya nómada hasta los huesos, me acuerdo de el y de esos paseoaventuras por Blanes y Alhama.
Fue como un padre para mi y estoy contento de sentirme astilla de aquel gran árbol que me cobijó.
De tales palos… (camino a Ybi Yahu, Paraguay)
No Comments