En los pueblitos encuentro a gente humilde a los que la tierra y la vida no les regala nada pero que aprovechan cualquier oportunidad para sonreír y cualquier lluvia para arrancar fruto.
En la ciudad es el único lugar donde encuentro alguna vez a gente que lo tiene todo, incluso juventud, y que ni sonríe, ni saluda y que solo sabe comprar esos frutos.
Ricos pobres.
Hace 4 años estaba en Sao Paulo conociendo y acicalando a Ona para lanzarnos a la Rio-Santos temblando de ilusión e incertidumbre. Muchas cosas han pasado y cambiado desde entonces, pero no en esencia porque creo y celebro que sigo siendo el mismo crío que soñaba con esto hace eones...