Os quiero hablar sobre la bella imposibilidad de capturar algunos momentos.
Una cámara fotográfica o de video no siempre puede ilustrar lo que uno está viendo y sobretodo sintiendo, incluso en algunas condiciones, de baja luz por ejemplo, no puede trabajar.
Me recuerdo vibrando, cambiando de posición, leyendo aquellos libros de navegantes solitarios que os comentaba en el post anterior, casi entrando en trance mientras una brisa marina imaginaria se colaba bajo la puerta de la habitación lanzándome mar adentro. Esas aventuras leídas no existían en el mundo real, eran capturas por escrito de alguien, interpretadas, imaginas por mi, pero igualmente forjaron recuerdos imborrables.
Para que se dé una decisión, un resultado, un movimiento, antes debe existir un potencial de acción, un input, una fuerza, una semilla.
Para que un día te lances a ser un nómada viajero en busca de aventuras, antes lo debes haber soñado, visualizado, leído, planeado.
Documentales, libros, películas desfilaron ante mi y fueron creando mi monstruo devora mapas. Hoy os comparto algunas de ellas y os invito a que me chivéis las vuestras.